Los danzantes de tijeras descienden de los "tusuq laykas" que eran sacerdotes, adivinos, brujos y curanderos prehispánicos, quienes durante la colonia fueron perseguidos; es durante la etapa colonial en donde comienzan a hacerse conocidos como "supaypa wawan" (hijo del diablo en quechua) refugiandose en las zonas más altas, con el paso del tiempo los colonizadores aceptaron que volvieran pero condicionandolos a danzar a los santos y al dios católico, iniciando de este modo la tradición de ejecutar la danza de las tijeras en las fiestas patronales. Durante la colonia la danza es influenciada por los movimientos de la jota, contradanza y minués españoles, además de ser influenciados por los trajes de luces españoles.Existe evidencias documentales de que en el año 1600 la danza de las tijeras ya era practicada extensamente.
Actualmente es una danza ritual y mágico-religiosa que representa a través de sus coreografías a los espíritus de la pachamama, yacumama, hanaccpacha, ucupacha y otros wamanis.
Durante el siglo XX, el escritor peruano José María Arguedas inmortalizó al danzante de tijeras en varias novelas, incluso protagonizando el cuento la agonía de Rasu Ñiti en 1962.
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